Vengo de la ingeniería, ciencia de datos y los negocios tecnólogicos dónde se mide todo. El tiempo con alta precisión. Los resultados con decisiones frías de "se logró o no". La cantidad de repeticiones en el ejercicio, los pesos y centavos, y la velocidad con la que ganas dinero. Medir me ha sido natural. Es más, trabajé en metrología.
Y al mismo tiempo, he llegado a un lado más humano de no querer cuantificar todo. De no darle tanta importancia a la cuenta de banco ni al número exacto de amigos que tengo. Los días y minutos que he vivido, y los que viviré. Las películas que he visto, los juegos que he jugado y los minutos que paso con mis seres queridos.
De cierta manera me he cansado de ver todo con números y convertirme en uno.
Ni quiero sonar dramático y aventar culpas a un sistema. Mi sentir depende de mí. Ni tampoco criticar a mi yo del pasado o a los que hoy lo hacen.
Eso sí, me he dado cuenta que con el paso del tiempo, empiezo a alejarme de una mayoría que vive llegando a una hora exacta, que maximiza su vida, que todo le parece insuficiente y caro.
Quizas como en el libro, casi todo me empieza a importar un carajo, excepto lo que me hace sentir bien hoy, y quizás en el incierto futuro.
El libro "Life is a Game" es un buen recordatorio de que el mismo juego tiene varios objetivos.
Por resumirlo un poco, el autor le llama "Posturas", estando la Hedónica, la de Excelencia, la Heróica, la Ortodoxa, y la Mítica, dependiendo lo que te motiva.
Quizas estoy moviendo mi postura de Excelencia y Heróica hacia la Hedónica y Mitica. Es decir, disfrutar la vida, siguiendo el camino poco establecido, y creyendo en cosas irracionales, pero que funcionan.
Y luego vuelvo a querer medir en qué estoy aprovechando mi tiempo, y el juego infinito de la vida sigue su curso.
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EOT
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